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Durante años, la promesa del almacenamiento en baterías en Estados Unidos fue más una teoría que una realidad. Los expertos reconocieron su potencial para fortalecer la red eléctrica, pero su implementación real quedó rezagada. Esto cambió drásticamente en la década de 2020. Ahora, cada trimestre trae titulares sobre instalaciones de capacidad récord. Los sistemas de almacenamiento en baterías a escala de la red eléctrica son cada vez más grandes, seguros y comunes en todo el país, lo que ayuda a los proyectos de energía renovable a suministrar energía confiable cuando más se necesita.
Los recientes cambios legislativos afectaron muchos incentivos a las energías renovables, pero el almacenamiento en baterías se conservó en gran medida. El crédito fiscal a la inversión (CFI) para almacenamiento se mantiene vigente hasta 2033, incluso cuando los proyectos solares y eólicos enfrentan plazos más estrictos para optar a los incentivos. Los proyectos que utilizan baterías y componentes fabricados en el país aún pueden recibir créditos adicionales, y los fabricantes cualificados siguen siendo elegibles para créditos de producción por la fabricación de baterías en instalaciones estadounidenses. En conjunto, estas políticas siguen fomentando tanto la implementación como la producción local de sistemas de almacenamiento en baterías.
En resumen, el almacenamiento en baterías ha dejado de ser un elemento secundario para convertirse en un elemento central de la estrategia de energía renovable del país.
Si bien la conservación del ITC es una señal positiva, ciertas cláusulas restrictivas en la legislación más reciente podrían ralentizar el progreso de la manufactura y desincentivar la inversión en el suministro nacional. Expertos y desarrolladores del sector ven una gran oportunidad, pero se mantienen cautelosos respecto a los plazos y la complejidad regulatoria.
Se prevé que los proyectos híbridos de energía solar y almacenamiento sigan siendo el modelo más común. La combinación de almacenamiento en baterías con energías renovables sigue ofreciendo ventajas en costos, plazos de construcción más rápidos y mayor flexibilidad de la red que muchas fuentes de energía tradicionales. Estos sistemas combinados mejoran la estabilidad de la red, equilibran los picos de demanda y satisfacen la creciente demanda impulsada por los centros de datos, la electrificación del transporte y el crecimiento industrial.
Es probable que las empresas de servicios públicos se centren en zonas donde aún no se han combinado altas concentraciones de energías renovables con baterías, convirtiendo esas regiones en sitios prioritarios para la interconexión y las mejoras de capacidad. En particular, las zonas de congestión de la red podrían experimentar nuevas oleadas de proyectos de almacenamiento en baterías diseñados para mejorar la fiabilidad y reducir las restricciones.
En última instancia, las empresas de servicios públicos determinarán el ritmo de crecimiento. A medida que aumente la demanda de energía, adquirirán los recursos que necesitan, lo que, en muchos casos, implicará un mayor almacenamiento en baterías.
Una nueva norma de "entidad extranjera de interés" (FEOC, por sus siglas en inglés) transformará la industria a partir de 2026. Los proyectos que utilicen ciertos componentes importados ya no calificarán para incentivos fiscales federales, y los fabricantes que dependan de subcomponentes restringidos perderán el acceso a créditos de producción.
Esto representa un desafío importante. Tanto las cadenas de suministro de energía solar como las de almacenamiento de baterías han dependido en gran medida de las importaciones, y aunque la producción nacional se ha expandido, aún se encuentra en una etapa temprana de desarrollo. El progreso de la industria, que en su momento parecía encaminado a establecer una base autosuficiente de fabricación de baterías, podría ahora verse afectado antes de alcanzar la escala necesaria.
Algunas instalaciones en Estados Unidos están mejor posicionadas, ya que han invertido en la producción de celdas de baterías de fosfato de hierro y litio (LFP) para los mercados de almacenamiento estacionario. Otras están reequipando sus plantas de baterías para vehículos eléctricos para producir celdas de gran formato para proyectos de energía renovable. Sin embargo, aún no se sabe si estas iniciativas se ajustarán a los nuevos requisitos a largo plazo.
Informes recientes indican que las tensiones financieras y la inestabilidad política ya han provocado la cancelación de la capacidad de producción celular prevista. Los analistas del sector advierten que, una vez que las normas del FEOC entren en vigor, la volatilidad podría aumentar aún más, lo que podría retrasar proyectos, reducir la inversión y afectar el empleo.
A pesar de la incertidumbre política, los fundamentos del almacenamiento en baterías se mantienen sólidos. La demanda de capacidad flexible y despachable continúa creciendo. Los proyectos híbridos de energía renovable y almacenamiento siguen siendo más rentables y rápidos de construir que las alternativas de combustibles fósiles. Las empresas de servicios públicos dependen cada vez más de las baterías para la estabilidad de la red, la respuesta de frecuencia y la gestión de picos de demanda, todos servicios esenciales para un sistema eléctrico moderno.
El camino a seguir dependerá de la eficacia con la que los responsables políticos, las empresas de servicios públicos, los fabricantes y los desarrolladores coordinen sus esfuerzos. Los próximos años revelarán si el almacenamiento en baterías puede seguir escalando, no solo como apoyo a las energías renovables, sino como pilar fundamental de un sistema eléctrico resiliente y sostenible.
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